Sí, la propia japonesa disfruta de que tantos machos la miren. Ser una perra a los ojos de los hombres es aún más genial que ser una geisha. Todos pueden correrse en su boca, en su cara y en sus pechos. Está cubierta de semen y es todo sonrisas. Los sementales se vuelven locos por chicas así.
Ahora entendía por qué tenía que aprender inglés, sin él no podría chupar esta belleza inglesa. Por dinero, claro, es más fácil negociar.